51 - Sin nombres
Lo primero que le dice es: Sin nombres. Del otro lado de la línea, la voz del otro hombre, más aflautada que de costumbre, le responde: Por supuesto… Y cuando va a decir algo más, como siempre, cuando esta a punto de completar la frase, el primero lo corta y le repite: Sin nombres.
Ustedes me van fundir, le dice el primero en un momento de la conversación. Tu socio me mató la vez pasada. Un dineral me cobró. Hace una pausa, escucha y enseguida responde: No te digo que me van fundir. ¿Desde cuándo hay dos precios, uno de local y otro de visitante? El otro explica, da vueltas, habla más de lo que tiene que hablar y en eso se le escapa un Mar… El primero lo interrumpe de inmediato: ¡Sin nombres!—le grita. Hace una pausa profunda y respira en medio del silencio—. Mirá que sos viejo en esto, ya tendrías que saber cómo son las cosas… ¿O me vas a decir que es la primera vez? —El otro no responde—. Dejalo ahí —dice el primero—. ¿Arreglaste con los líneas? —La respuesta no le gusta—. ¿Arreglaste o no arreglaste? ¿Cómo que quieren más? Más plata no hay. Y bueno, dale de tu parte. Para mí es lo mismo, un gol es un gol. Un solo precio, viejo. No pueden valer distinto… No señor, off side, penal o un tiro libre para el Pipi, cualquiera que termine gol vale una guita. No importa la forma —El otro habla, justifica, le recuerda algo del verano—. No me hables del verano, te lo pido por favor. ¿Por qué te pensás que no pague´? Me querían cobrar por los nuevos también. ¿Qué culpa tengo yo de que hayan puesto uno de ustedes en cada área? Sí, ya sé que así nos fue pero no exageren, che. No maten a la gallina de los huevos de oro… ¡Sí, jajá! Perdón por lo de gallina. Entiéndanlo, muchachos, la plata es una.
Ahora se fastidia, negociar no lo entretiene como antes. Vos sabés que soy yo el que en breve se va a sentar en Viamonte, ¿no? —El otro le responde que sí—. ¿Y entonces? El otro insiste en que involucrar a un línea es más caro y que no pueden ser todos penales, que la gente no es zonza, que van a empezar a sospechar y que cada dos penales tiene haber alguno de off side. Es lo mismo que te estoy diciendo yo, Beli… El silencio es abrupto. El otro estuvo a punto de decirle: Sin nombres, pero prefirió dejar pasar la oportunidad de la revancha y mantenerse callado. Perdoname —le reconoció el primero—, casi me mando una macana. Todo bien, le dice el otro.
Antes de que me olvide —salta el primero—, escuchame… ¿Para qué me hacen sufrir hasta los treinta del segundo tiempo? Alguna vez piten penal antes del minuto diez… El otro le da una explicación que no lo satisface. Muy fácil decir: Quedate tranqui… Sí, ya vi que lo rajaste al pibe pero después rajaste a uno nuestro… Si querés disimular, disimulá con una amarilla… ¿Cómo que a partir de ahora me van a empezar a cobrar las rojas? Dejate de joder, si nunca me las cobraban. ¿La del Poroto también? —Se fastidia con él mismo porque otra vez casi se le escapa un nombre. Refunfuña y resopla mientras el otro habla—. La ambición de ustedes no tienen límite —le dice cuando por fin se calla—. Van matar el fútbol si siguen así. Creeme, lo van a terminar matando —Mira la hora—. Me llaman del canal —le miente—. Sí, está bien, dale para adelante, si no me dejás opción… ¿Listo? —le pregunta cansado, con ganas de cortar. El otro parece no darse cuenta y le habla. El primero sonríe por única vez durante toda la conversación—. Ya sé que estás por jubilarte y que necesitás buscar nuevos horizontes… ¿Para el Bailan…? ¿Me lo estás diciendo en serio? No, la verdad, no sabía que bailabas… Dejámelo pensar… No sé… Mirá que si te hago entrar ahí me vas a tener que asegurar dos goles por partido y dos rojas para los contrarios… Sí, como mínimo… ¡Jajá! ¿Hablamos la semana que viene? Atenti que se viene el clásico, así que ojo… Dale, querido. Y muchas gracias, de todo corazón te lo digo.
Pablo Pedroso
Buenos Aires 25 de febrero del 2016
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Ustedes me van fundir, le dice el primero en un momento de la conversación. Tu socio me mató la vez pasada. Un dineral me cobró. Hace una pausa, escucha y enseguida responde: No te digo que me van fundir. ¿Desde cuándo hay dos precios, uno de local y otro de visitante? El otro explica, da vueltas, habla más de lo que tiene que hablar y en eso se le escapa un Mar… El primero lo interrumpe de inmediato: ¡Sin nombres!—le grita. Hace una pausa profunda y respira en medio del silencio—. Mirá que sos viejo en esto, ya tendrías que saber cómo son las cosas… ¿O me vas a decir que es la primera vez? —El otro no responde—. Dejalo ahí —dice el primero—. ¿Arreglaste con los líneas? —La respuesta no le gusta—. ¿Arreglaste o no arreglaste? ¿Cómo que quieren más? Más plata no hay. Y bueno, dale de tu parte. Para mí es lo mismo, un gol es un gol. Un solo precio, viejo. No pueden valer distinto… No señor, off side, penal o un tiro libre para el Pipi, cualquiera que termine gol vale una guita. No importa la forma —El otro habla, justifica, le recuerda algo del verano—. No me hables del verano, te lo pido por favor. ¿Por qué te pensás que no pague´? Me querían cobrar por los nuevos también. ¿Qué culpa tengo yo de que hayan puesto uno de ustedes en cada área? Sí, ya sé que así nos fue pero no exageren, che. No maten a la gallina de los huevos de oro… ¡Sí, jajá! Perdón por lo de gallina. Entiéndanlo, muchachos, la plata es una.
Ahora se fastidia, negociar no lo entretiene como antes. Vos sabés que soy yo el que en breve se va a sentar en Viamonte, ¿no? —El otro le responde que sí—. ¿Y entonces? El otro insiste en que involucrar a un línea es más caro y que no pueden ser todos penales, que la gente no es zonza, que van a empezar a sospechar y que cada dos penales tiene haber alguno de off side. Es lo mismo que te estoy diciendo yo, Beli… El silencio es abrupto. El otro estuvo a punto de decirle: Sin nombres, pero prefirió dejar pasar la oportunidad de la revancha y mantenerse callado. Perdoname —le reconoció el primero—, casi me mando una macana. Todo bien, le dice el otro.
Antes de que me olvide —salta el primero—, escuchame… ¿Para qué me hacen sufrir hasta los treinta del segundo tiempo? Alguna vez piten penal antes del minuto diez… El otro le da una explicación que no lo satisface. Muy fácil decir: Quedate tranqui… Sí, ya vi que lo rajaste al pibe pero después rajaste a uno nuestro… Si querés disimular, disimulá con una amarilla… ¿Cómo que a partir de ahora me van a empezar a cobrar las rojas? Dejate de joder, si nunca me las cobraban. ¿La del Poroto también? —Se fastidia con él mismo porque otra vez casi se le escapa un nombre. Refunfuña y resopla mientras el otro habla—. La ambición de ustedes no tienen límite —le dice cuando por fin se calla—. Van matar el fútbol si siguen así. Creeme, lo van a terminar matando —Mira la hora—. Me llaman del canal —le miente—. Sí, está bien, dale para adelante, si no me dejás opción… ¿Listo? —le pregunta cansado, con ganas de cortar. El otro parece no darse cuenta y le habla. El primero sonríe por única vez durante toda la conversación—. Ya sé que estás por jubilarte y que necesitás buscar nuevos horizontes… ¿Para el Bailan…? ¿Me lo estás diciendo en serio? No, la verdad, no sabía que bailabas… Dejámelo pensar… No sé… Mirá que si te hago entrar ahí me vas a tener que asegurar dos goles por partido y dos rojas para los contrarios… Sí, como mínimo… ¡Jajá! ¿Hablamos la semana que viene? Atenti que se viene el clásico, así que ojo… Dale, querido. Y muchas gracias, de todo corazón te lo digo.
Pablo Pedroso
Buenos Aires 25 de febrero del 2016