18. El sueño americano
En esa época estaba más roto que viejo. Mi cédula insistía en que me quedaban dos o tres años más por jugar, pero la rodilla hacía rato que decía otra cosa.En el bar del aeropuerto de Guayaquil tomaba una cervecita fría a la espera del vuelo que me regresaría a casa y mataba el rato con una sola certeza: el fútbol...