24 noviembre 2005

10. El gran simulador

- Antes era diferente. Ahora, con todo esto de la televisión, el Tute Miller no hubiera jugado más de dos partidos. Créame cuando le digo. Y no exagero. ¿Sabe por qué? ¡Qué va a saber usted si usted es un pibe!
El Tute Miller era un genio de verdad pero no un genio de la pelota, era un genio de la actuación. Y sólo con eso se las arregló para ser titular cinco temporadas con la camiseta número siete de Defe, titular indiscutido, ojo. Porque el Tute era un dotado en eso, es más, fue su única virtud dentro de una cancha. Por habilidad no pasaba a nadie pero sabía acomodar su cuerpo para que con el mínimo contacto con el rival, zas, le cobraran falta al contrario. Un fenómeno en eso. Si no conseguía un penal lograba que le echen un jugador al otro equipo o un tiro libre con peligro gol. Era bajito ¿vio?, muy movedizo y mucho más inteligente todavía porque se las ingeniaba con lo que Dios le dio. Y Dios le dio el talento de simular.
Las tenía todas estudiadas: a quien encarar por la derecha, a quien por izquierda, cuando llevarla pegadita al pie y cuando no. Pero lo que mejor le salía eran las caídas, un maestro, con todas las letras. En las jugadas de aire su preferida era caer seco y no moverse, simulando un codazo. Parecía un muertito y tardaba un rato largo en reaccionar. Si su marcador no saltaba el Tute se doblaba en dos, se agarraba la panza y boqueaba como un pez fuera del agua. Así todos creían que el codazo fue en el estómago y que lo había dejado sin aire. Eso sí, jamás reclamaba nada, siempre calladito, respetuoso con los tres hombres de negro, y eso, lo hacía más creíble todavía. Sepa que en esa época no cobraban mancha como ahora. Se jugaba fuerte de verdad. Pero el Tute siempre lograba que los árbitros le compren lo que él quería. Ahora usted hace una de esas y en la televisión lo dejan escrachado y al otro partido lo agarra el réferi de turno y no le cobra una a no ser que lo partan en cuatro. ¿Usted vio la cantidad de cámaras que ponen para transmitir cualquier partido de morondanga? Es imposible no darse cuenta si un jugador hace teatro. ¡Y el Tute hacía teatro en todas las jugadas! En este fútbol de hoy no podría haber jugado siquiera, como le decía anteriormente. Si simulás una, dos, tres, en la cuarta no te cree ni tu vieja. Porque en la actualidad con las repeticiones y la cámara lenta te deschavan todo artificio. Antes si el réferi estaba equivocado quién podía demostrarle el error. Ahora al segundo nomás van en cana, jugador, réferi o lineman. Y todo el mundo está pendiente de lo que diga la televisión, si fue foul o no, si la tocó con la mano, si se tiró, todo. Y todos le preguntan a los de la tele: ¿Fue penal?, Pirulito ¿Estaba habilitado?. Si hasta los de la radio miran de reojo la transmisión para saber qué pasó de verdad en alguna jugada complicada. Además te ponen cámaras por todos los rincones, hay una que la llaman “ángulo invertido”. Por favor, si en mi época a algo lo llamaban “invertido” sonaba feo...
El Tute hizo pocos goles pero hubo uno… La tarde que le ganamos a Chicago 3 a 0, el que inauguró el marcador fue el mismísimo Tute. En la primera pelota que le llega, un contraataque, encara en diagonal al área, le sale el marcador y el Tute le apunta con su cuerpo soñando con un penal. El defensa venía rápido, desesperado por agarrarlo afuera del área grande, se le tiró con las dos patas para adelante y en el entrevero de piernas que se produjo, la pelota rebotó entre los dos jugadores y se elevó un poco más que el cuerpo del Tute Miller, que por casualidad, en el aire, le pegó con los tacos de sus botines y la bocha voló hasta colarse de emboquillada en el medio del arco. Impresionante. Muy parecido al movimiento que años más tarde patentó Higuita, el arquero colombiano, con el nombre de “el escorpión” pero mejor, mejor porque fue gol.
Lástima lo del Tute. Jugar aquel partido contra Almagro fue una mala decisión. Bernia, el réferi de aquella tarde, era la sexta vez que lo dirigía y ya lo estaba calando. Apenas se lo cruzó en el túnel, antes de entrar a la cancha, lo encaró y le advirtió que no trate de hacerse el listo. Eso hubiera sido lo de menos, lo grave fue que en Almagro jugaba el Tano Del Vechio y se la tenía jurada. Dos veces jugaron entre sí el Tute Miller y el Tano Del Vechio y las dos veces el Tute salió ganando. En el primer partido lo hizo expulsar a Del Vechio y en el otro, ¡mamita!, lo que le hizo en el otro partido, fue nefasto para Del Vechio. No sólo le cobraron el penal con el que Defe ganó el partido y lo mandó a Almagro al descenso sino que además con todo el circo que hizo el Tute, al Tano lo expulsaron y lo terminaron suspendiendo por nueve fechas. Pasó que el Tute se las rebuscaba como ninguno. Le habló todo el partido al Tano para que se calentara y el otro no engranaba. Cuando faltaba poco y se moría en un cero a cero el Tute robó una pelota y lo encaró directamente. La tiró un poquito larga ya dentro del área, obligándolo a que se le viniera con todo. Y el Tano fue. Aquella vez el quite del Tano fue fuerte es cierto pero lo que impresionó fue la revolcada del Tute. Dio tres vueltas por el aire al tiempo que se agarraba la pierna y gritaba como un marrano, cuando cayó se bajó la media con desesperación y al ver la sangre que le salía empezó a llorar como un loco. Si hasta el médico de Defe se preocupó. Todos pensamos que estaba lesionado de verdad. Pedemonti, el referí de aquella tarde, quedó impresionado al ver semejante corte. Lo buscó a Del Vechio y le puso la roja con tanta vehemencia que en realidad parecía que lo quería moler a palos. El Tano se lo quería comer crudo al Tute que seguía tirado en el piso, llorando y mostrando a todo el estadio su pierna ensangrentada. Entre cinco lo tuvieron que sacar al Tano de la cancha y bien de prepo, si ni siquiera sus propios compañeros le creían cuando juraba que no le había hecho nada. El DT mandó el cambio por el Tute que salió en camilla y entró el Vasquito Iturmendi, pateó el penal y ganó Defe. Nadie en la cancha dudaba de la falta de Del Vechio ante la prueba irrefutable de la sangre saliendo de su pierna. Le soy sincero, yo también me lo creí. Pero un día, mucho tiempo después, tomando algo en el buffet, el utilero me confesó que el Tute lo tenía todo preparado, que el viernes previo al partido, después de la práctica se quedó a un costado de la cancha y cuando ya no quedaba nadie, se puso a ensayar las volteretas que usó en el partido. Ya sé lo que me va a decir: ¿Y la sangre? Le explico: el atorrante del Tute jugó todo el segundo tiempo con una hojita de afeitar y en una de esas volteretas, antes de caer al piso, lo que hizo fue cortarse él mismo la pierna, en el aire, sin que nadie se diera cuenta. De ahí semejante corte y semejante cantidad de sangre. ¡Qué habilidad por Dios! Un verdadero talento, el mejor simulador que haya pisado cancha alguna. Hoy es imposible hacer una de esas… Por lo que le decía de tantas cámaras…
- Y ¿Qué pasó en el otro partido con Del Vechio?
- Imagínese como entró a la cancha el Tano, con hambre de venganza. Parecía que echaba espuma por la boca y el Tute como si nada. Ni la hora le daba. Pelota que tocaba el Tute, Del Vechio se le venía al humo pero así como la recibía, el Tute la pasaba de primera, a un compañero, a un contrario, a quien sea con tal de sacarse la pelota de encima. Y el Tano no pudo ni tocarlo, así todo el partido. A los quince del segundo lo cambiaron al Tute por el Vasquito Iturmendi y fue una lástima porque el Vasquito se jugó un partidazo, hizo tres goles en treinta minutos y se ganó el puesto. Con el tiempo, el Tute ni en el banco estaba. Una lástima.

Pablo Pedroso
Buenos Aires, 30 de junio del 2003

1 comentarios:

El Cronista Deportivo dijo...

Pablo, gracias por tu comentario. Intenté conectarme a tu blog pero me daba error.

PP

25 de mayo de 2006, 11:34 a.m.